
Básicamente, este libro enseña lo siguiente: (1) Todos los hombres que viven hoy deben convertirse en cristianos. (2) Los hombres deberían convertirse únicamente en cristianos (solo cristianos). No deberían convertirse en una especie de los llamados “cristianos con apellido” (como “cristianos-luteranos”, “cristianos-metodistas”, etc.). (3) Toda persona que es cristiana es miembro de la iglesia de Cristo (la única iglesia que autoriza el Nuevo Testamento). Puesto que el cuerpo de Cristo es la iglesia de Cristo, decir que toda persona que es cristiana es miembro de la iglesia de Cristo es decir que todo cristiano es miembro del cuerpo de Cristo.
La única “estrategia para la victoria” implica un equilibrio adecuado entre la verdad y el amor. Se nos enseña a hablar la verdad con amor (Efe. 4:15; Mat. 22:34-40; cf.: Judas 3; 1 Tim. 6:12). No puede haber victoria espiritual sin la verdad de Cristo. Es por la verdad que los hombres son liberados del pecado (Jn. 8:32; 1 Ped. 1:22-25; Rom. 6:1-17; et al.). La verdad de Cristo debe ser amada (2 Tes. 2:10-12). La verdad de Cristo debe ser buscada (Jn. 6:44-45). La verdad debe ser aprendida (Jn. 6:45). La verdad debe ser obedecida (1 Ped. 1:22). Y, la verdad debe ser fielmente predicada y defendida (Gál. 1:6-9; Judas 3; 1 Tim. 6:12). Si alguien se embarca en el viaje de la vida mientras rechaza cualquiera de estos asuntos con respecto a la verdad, entonces se lanza a adoptar una “estrategia de derrota”. Por lo tanto, nadie puede ser espiritualmente victorioso ¡sin tener razón sobre la verdad!
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